Calderón desoye consejos y salidas más reales e imaginativas
Regino Díaz Redondo
Don Felipe, espero que a su regreso del Vaticano
se haya fortalecido su fe y encontrado nuevas fórmulas
más eficaces para combatir a los narcos y sus compañeros de viaje.
Ser católico es muy responsable, no es delito. Pero otra cosa es,
señor presidente, violar la Constitución.
Madrid.– Aquí en esta ciudad, frente a la estatua olvidada de Agustín Lara, leo en un café típico de Lavapiés, nuestro Tepito, y me indigno, me duele y entristece revisar los diarios de varias partes del continente en los que se afirma que “México es el tercer país más peligroso del mundo”, y hasta se aventura, con supina indiferencia, que allí “hay un Estado fallido” por los crímenes que comete el narcotráfico y que “en dos o tres estados podrían tomarse medidas de excepción”.
Cierto es que el problema trascendió desde hace tiempo. Que no puede evitarse informar sobre tan desgraciado asunto y que los diarios están obligados a publicar los nefastos acontecimientos. Pero no hay en sus páginas ninguna contrapartida que distinga a los criminales de la mayoría de la población afectada, que ya empieza a tomarse la justicia por su propia mano.
Las televisiones europeas tocan menos el tema pero también lo señalan y afirman que hemos perdido el rumbo, estamos agobiados, hartos ―“hasta la madre”― de las autoridades federales, estatales y municipales.
O sea que la infamia de los dueños de la droga, los que la producen y los que la permiten se convierte en razón de Estado y no se ve cómo acabar con los culpables.
Porque estos son los cárteles, personajes de la política, empresarios, soldados, gobernadores débiles casi inexistentes, alcaldes coludidos o asesinados, cuerpos por aquí y por allá, barbarie que son filón de periódicos serios y sobretodo de los amarillistas que inflan la noticia con singular desenfado.
Se incide en estos medios que se descubrieron fosas en todas partes del territorio nacional mexicano y que los cuerpos de humanos cuelgan de los pasos a desnivel como trofeos de guerra y de venganza.
¿Es verdad?
Por lo menos no es ni mucho menos mentira. Allí hay un gobierno desorientado que acaba por echarle la culpa a toda la sociedad en un acto desesperado por distribuir la responsabilidad entre las víctimas y la población en vez de asumir el papel que le corresponde como guardián del orden público.
Los gritos de socorro que lanza el presidente Calderón lo están aplastando más. Le falta coherencia, fortaleza e imaginación; desoye consejos y salidas más reales e imaginativas. Nadie lo entiende. La decisión de seguir empleando militares, de avalar que se castigue a los bancos que manejan el narcotráfico (no se sabe cuáles y si existe) son recursos dialécticos impresentables.
Río sublevado por las lluvias
Ya de vuelta, me atrevo a decir que en México suceden cosas nunca antes conocidas ni siquiera sospechadas. Ningún gobierno, incluido el del panista cocacolero de Fox, había sido tan cuestionado como el actual en los últimos 60 años. El poder se le va de las manos. Discurre en sus desbordados cauces como un río sublevado por las lluvias.
Tome nota de algunas pequeñeces: a) Han desaparecido muchos ejidos en Tamaulipas, liquidados por los narcos. Igual ocurre en otros estados de la república. b) Las compañías mineras optaron por enviar sus remesas de oro y plata por avión ante el peligro que representan las carreteras del país. A ver cúando asaltan los aviones en pleno vuelo. c) Calderón avala esta medida. Está desorientado, asustado. Ante la ineptitud oficial, los ciudadanos protestan y el jefe del Ejecutivo las aplaude en su afán por eludir responsabilidades expresas. d) Varios de los periódicos que firmaron el grandilocuente pacto contra la violencia con un exclusivo afán protagonista, informan sobre los descuartizados que aparecen a diario a una columna en páginas interiores. Por lo visto, ya no es noticia para ellos. Las televisiones, en general, se ocupan poco de este problema que ya origina protestas sociales cada vez mayores y de consecuencias imprevisibles. e) Los políticos no pierden la oportunidad para condenar los crímenes ―rostros indignados, seriedad certificada― desde sus curules o escaños y se van de vacaciones con el deber cumplido. f) Según un estudio de bienes ilícitos elaborado por México y Estados Unidos se lavan 30 mil millones de dólares al año del narcotráfico. Y todos tan contentos. g) Recuerden a Ortega y Gasset, la rebelión de las masas está a punto de ocurrir. Cuidado porque todo indica que los más, los menos favorecidos, ya no se limitan a la protesta pacífica sino que recurren en muchas geografías del planeta a métodos más convincentes.
Y así hasta terminar el abecedario.
También se piden más y mejores cárceles ―el gobierno lo hace― y los retenes en las carreteras no ayudan en nada y, a veces, contribuyen a ensoberbecer a los delincuentes o colaboran con ellos.
Ante tal desbarajuste, el líder del PRI en la Cámara de Senadores, Malio Fabio Beltrones, justifica así la inversión de 2 mil 600 millones de pesos en la construcción de la nueva sede legislativa: “Es para recuperar nuestra capacidad de crecimiento económico”.
Opina la ONU
No se puede justificar lo injustificable. La frase no está sacada de contexto sino que es textual. Lo que ocurre es que hasta los buenos políticos son presa del nerviosismo.
Al lado de estas sinrazones, grupos de laicos y religiosos de verdad se reúnen en varias partes de la capital y de las principales ciudades del país para “meditar por México”.
Ahora, después de estos sinsabores, asómbrese si puede:
La ONU tiene una dependencia llamada Grupo de Trabajo sobre Desaparecidos Forzados (¿?) e Involuntarios (otra vez ¿?) que acaba de pedir (exigir a México) que forme especialistas encargados de la detección de sepulturas de víctimas en racimo, sembradas por toda la geografía nacional.
Insólito, sorprendente parece este organismo, desconocido o en la sombra, que se presenta de pronto como un ente vital y “cooperador” por la necesidad de encontrar los nombres de las víctimas y su localización estén donde estén.
Que no se investigue sin orden, pide ese grupo de trabajo; hay que formar peritos en la materia. Y señala que su gente ya trabajó en el Congo, Ruanda, Perú, Colombia, Guatemala, Chile y varios países de Oriente Medio y algunos de Africa del Norte.
(Por cierto, en España, ¿dónde están esos expertos o será que el poder mediático de la derecha encabezado por el Partido Popular se opone a ello para no remover en el pasado y, por ende, olvidarse de los crímenes cometidos durante la dictadura?)
Posiblemente en México, muy pronto, habrá ―valga el humor negro― quienes piensan ya en pedirle al rector de la UNAM, José Narrro, que se cree una licenciatura de descubridor de fosas, con todo y tesis y sinodales antes de expedir el diploma correspondiente.
Para terminar este relato impensable debo citar al señor Arcadi Espada, columnista de El Mundo, aquí en la capital española, quien en tierras mexicanas ―no sé con qué autoridad― dijo que es imprescindible hacer los mayores esfuerzos para identificar a las víctimas de este nuevo terrorismo. Paradójicamente, don Arcadi en su colaboración para ese diario nunca habla de defender el derecho que tienen los familiares de las víctimas del franquismo para buscar a los anónimos enterrados por el régimen del yugo y las flechas. Claro, en España los que piden tal cosa “son rojos”, comunistas y solo buscan dividir otra vez al pueblo.
Por tanto, hay que satanizar, por ejemplo, al juez Baltasar Garzón, quien por segunda vez se le negó su vuelta a la Audiencia Nacional porque se dedicó a defender y saber de los asesinados durante aquella época.
Se entiende.