Atrás de un biombo
Regino Díaz Redondo
Madrid.-La tormenta artificial que se cierne por el presunto regreso de Silvio Berlusconi a la política, es sólo un biombo tras el que se encuentran los protagonistas de la austeridad y los recortes para distraer la atención de los que llevan meses acudiendo a las cumbres de la Unión Europea sin resultados prácticos y cada vez más angustiantes.
Don Silvio maneja dos opciones por lo menos: mantener en vilo a quienes aún creen en sus divertidas farsas y sembrar dudas en el electorado italiano que, salvo un imponderable, votará por Mario Monti si éste decide participar en la contienda.
En nuestra “civilización del espectáculo”—excelente idea de Mario Vargas Llosa— se han puesto de moda aquellos protagonistas que a su edad y en otros tiempos estarían jugando a los bolos, al tute o al bingo.
Todo parece indicar que la trama está perfectamente elaborada y será puesta en práctica en los últimos días de este año o en enero próximo.
La canciller Angela Merkel lo tiene hablado seguramente con el economista transalpino. Ha depositado en él su confianza y es un alfil más en el ajedrez financiero de la dama de Brandenburgo.
Es notorio que el adusto romano sigue a pie juntillas las directrices marcadas por la señora que manda en este continente. Siempre se les ve juntos y hasta hablando en secreto. Un secreto a voces, a voces del neoliberalismo europeo; con palabras que se convierten en axiomas si salen del Reichstag.
Bastante más agradable sería —puestos ya a teorizar— que Berlusconi volviese a sentarse en el Palacio Chigi. Aunque, individuos como éste suelen presentarse en el panorama político internacional. Es el caso de Dominique Strauss-Kahn, ex del FMI y ex de una camarera guineana, no desaparece tan fácilmente. Ya acordó con ella darle unos cuantos millones de dólares pero sigue imputado por otras lindezas que se le atribuyen. Su imagen, a los ojos de cualquier observador medianamente intuitivo, es la de un semental compungido… —yo te lo juro que yo no fui—, dispuesto a gastarse la fortuna de su exesposa a manos llenas.
El expremier italiano —con Aloe vera se quita las arrugas— tiene ahora una nueva amiguita de 29 años, doña Francesca Pascale, con la que comparte fotos y alguna que otra cosa más.
Mientras, menudo lío ha montado la hierática primera ministra alemana. Nos quiere hacer comulgar con las aspas del Quijote —mira, Sancho, los gigantes nos enfrentan…—, que ni por asomo nos gustan.
La distinguida política logra meternos miedo con expresiones categóricas que no dejan lugar a réplica. Su filosofía financiera se basa en sumar para adentro y dejar a muchas naciones periféricas al borde de la ruina. Allí parece que estamos junto con Portugal y Grecia.
Dígalo, si no, el siguiente dato: el gobierno conservador portugués ha puesto en venta su línea aérea, todos los aeropuertos, el principal astillero de la nación y no sabemos si las copas esmeriladas de la reina, si es que alguna vez la hubo en Lusitania.
La culpabilidad de los políticos
Pese a ser obvio, hay que profundizar en la sinrazón social en que se encuentran nuestros vecinos. Ya subieron el IVA, se congelaron las pensiones, hay quiebra de bancos, otros son absorbidos por los internacionales y la gente vive, en el mejor de los casos, con 750 euros al mes. Sin mencionar que comienza a establecerse una batalla muy pareja para ver si es España o Portugal la que mayor número de parados tiene en el continente.
Ya casi para amanecer el nuevo año, los augurios para las dos naciones de la península son casi catastróficos. No, no hay luz al final del túnel; no, ni un rayito, ni siquiera la que se hace con un espejo, ni la artificial, no hay luz ni la habrá durante mucho tiempo.
Culpa es sin duda de las naciones poderosas pero también, quizá más culpable son, los líderes políticos de los países que acatan las órdenes draconianas de Merkel. Es por eso que Berlusconi se fotografía siempre como en la dolce vita, rodeado de mujeres, champaña y demás. Berlusconi sabe que tiene suficiente con eludir la cárcel por la cantidad de acusaciones que se acumulan en su contra.
Hasta para el más ingenuo, es evidente que el coqueto italiano siempre acató las órdenes elaboradas en el Bundesbank y dadas a conocer por los políticos alemanes.
Equivocadamente se menospreció el papel desempeñado por Berlusconi. Su alegre figura sirvió para relajar tensiones y dar respiro a la imposición de la troika. Si en Bruselas se reía por las bromas y chascarrillos del diletante, estaba claro que su papel no era otro que el de ser el bufón del reino.
Sin embargo, las cosas siempre tienen un fin. Y ese ha llegado. Todo termina cuando la promiscuidad política empieza a oler mal cerca del Adriático y en el momento en que el Coliseo se estremeció al querer convertirlo en una pared para anuncios publicitarios.
Si en política hay sorpresas a cada rato, en la Unión Europea se maneja ya como un hecho la presencia de Monti para los próximos años. Se abre, pues, un periodo de tensión renovada. La tendencia de los especuladores asociados a Wall Street o la City es la misma: mantener los ajustes para controlar las naciones altamente endeudadas que venden deuda soberana pagando intereses leoninos.
En casa, nada ha cambiado
Nada ha cambiado. Los Estados enfermos se agravan; las medicinas se agotan, la terapia empieza a no dar los resultados apetecidos y los pacientes se vuelven impacientes.
Aquí, en casa, don Mariano Rajoy no hace más que prolongar la agonía de los españoles. Dice que ha sido un “agente activo” en la consecución de ayuda económica a los bancos. Más bien, señor Rajoy, ha sido usted víctima, a conciencia, de quienes no lo toman mucho en cuenta, por no decir que se burlan de sus declaraciones.
(¿Recuerdan aquella participación reciente del presidente del Gobierno en la Asamblea de las Naciones Unidas con todas las butacas vacías?)
¿Por qué se resiste tanto en pedir el rescate? ¿Será que afronta, valiente, los embates neoliberales de la canciller Merkel?
No, usted acaba de reconocer que Merkel le sugirió que por el momento no lo pidiese en espera de nuevos acontecimientos. Este dato lo soltó en una entrevista de banqueta —algo es algo— en su país, señor Rajoy. Y claro, la alemana lo desmintió de inmediato. ¿Y usted, qué hizo? Dar la callada por respuesta.
Así está, señor, contribuyendo a escribir la historia oscura de la Europa actual. Entienda que una cosa es transigir y otra obedecer ciegamente y no tener criterio definido sobre la pésima situación financiera de Europa.
¿Ha cambiado en algo la posición germana sobre la no emisión de eurobonos?
Desde luego que no. Es más, doña Angela, en uno de sus pocos exabruptos políticos, señaló que “sobre mi cadáver” tendrán que pasar para que el Banco Central Europeo inyecte liquidez en las economías nacionales.


