Cuba y Estados Unidos Ya no son “rehenes de la historia”

Lo que para muchos parecía algo imposible (no en balde transcurrieron 54 años), ya es realidad: las banderas de ambos países –la cubana, una estrella blanca sobre fondo rojo junto a franjas azules y blancas; y la estadounidense, la de las barras y 50 estrellas–, ondean frente a sus respectivas embajadas, cerradas desde 1961, tanto en Washington como en La Habana. En menos de un mes abrieron sus puertas ambas sedes diplomáticas y se izaron los dos lábaros, con lo que se puso punto final al último rescoldo de la Guerra Fría, la que marcó la segunda mitad del siglo XX (el de las dos Guerras Mundiales y otros sangrientos conflictos armados en el planeta), la centuria en que, pese a todo, se hizo valer la diplomacia para evitar un tercer conflicto mundial que se dirimiría con armamento atómico con el peligro que esto representaría para la supervivencia de la humanidad.

El “coco” de los republicanos y enemigo de México

Al final de cuentas, si Donald John Trump (Queens, New York, 14 de junio de 1946), descendiente de escoceses y alemanes, llegara a la Casa Blanca —como infortunadamente puede suceder pues la democracia estadounidense, la más vieja del continente americano, tiene sus asegunes—, se demostraría lo que ya es viejo: “los pueblos tienen los mandatarios que se merecen”, aquí, allá, acullá.

“Barry” regresa a casa

Es seguro que el presidente Obama nunca olvidará el verano de 2015 y sus dos simbólicos viajes a Kenia –la patria de sus ancestros paternos– y a Etiopía. A 18 meses que termine su mandato presidencial, esta rápida gira por el continente negro (la cuna de su sangre, así como la de su esposa Michelle, cuya tata-tarabuela, Melvinia Shields fue esclava en EUA así como su bisabuelo Robert), en cierta forma es el “adiós” de Obama a Africa como primer mandatario afroamericano estadounidense. Es poco probable que regrese a tierras africanas todavía como jefe de la Casa Blanca, sobre todo en un contexto económico y comercial dominado por China. Quizás este viaje debió realizarse mucho antes para que el mulato hubiera velado mejor por los intereses de EUA en Africa, la “cuna de la humanidad” según los últimos descubrimientos antropológicos.