Los protagonistas de nuestra propia vida
Tan triste como ver comer tacos, como ver jugar bacará o como ver películas pornográficas.
Tan triste como ver comer tacos, como ver jugar bacará o como ver películas pornográficas.
Lo menos que puede exigírsele a un Estado es que tenga un mínimo de gobernabilidad política como para lograr el cumplimiento de la ley.
Una conversación que es franca, precisa y profunda, es un tesoro para aquilatar.
Cierto día me encontraba en una charla de sobremesa en la que varios comensales exponíamos nuestro personal criterio sobre las consecuencias que, durante todo un siglo europeo, tuvo la victoria de Wellington en junio de 1815. En mi turno final rematé
En la política, como en todo espacio del acontecer humano existe la buena suerte y, también ¿por qué no?, existen los milagros.
Kennedy fue la primera figura política extranjera a la que se asomaron los jóvenes de mi generación.
Se nos enseñó que hay muertos a los que hay que matar.
El Derecho proviene del reconocimiento que hicimos los humanos de nuestra propia flaqueza.
Gobernar es, en ocasiones, muy complicado, muy angustiante y hasta muy doloroso.
He aplaudido al orador, de la misma manera como los invitados al banquete de bodas aplaudimos la llegada de los novios.
Como en las guerras, también los vencedores han empezado a cargar sus féretros.
Que no vaya a empeñarse en salvarse a sí mismo antes de salvarnos a nosotros.
Hablaba Francisco de Asís de un carnicero de aldea que disfrutaba de ver cómo los perros famélicos se extasiaban mirando, desde la puerta de su local, los jamones y los embutidos.
La pobreza, la injusticia, la inseguridad y la guerra son algunos ejemplos de ellas. Duelen, asustan y lastiman.
Hasta que la vi, nunca había visto una fotografía de la dignidad. No suponía, incluso, que la dignidad se podía retratar.
Gobernantes requieren que sus más cercanos los equilibren ante sentimientos encontrados y confusos.
En la guerra suele haber objetivos específicos, mientras que la lucha contra el crimen no los tiene.
Cuando cinco abogados discuten sobre problemas de constitucionalidad o de amparo, difícilmente encontraríamos dos que estuvieran de acuerdo.
Si el poder no se ejerce por quienes están legitimados para ello, se ejercerá por otros, pero no se dejará de ejercer.
Debo reconocer que a veces me gustaría creer en la inmanencia de la justicia.