Nada es para siempre

La recién concluida jornada comicial intermedia arroja varias lecciones y saldos que conviene ir analizando, identificando, definiendo y categorizando; análisis que escapa por sus méritos y alcances a este primer acercamiento al tema. Antes de continuar quisiera recordar, en vista de los resultados, el viejo apotegma de: “en política ni las victorias, ni las derrotas son para siempre”. En principio las lecciones que observo son:

Ya bailó, que se siente

El protagonismo del expresidente Felipe Calderón, quien parece ajonjolí de todos los moles electorales y que parece desatado en un activismo por todos los rumbos de la geografía, ha recordado a muchos, con nostalgia, las llamadas reglas no escritas del viejo sistema político mexicano. Una de ellas consistía en que al terminar su mandato, el presidente saliente guardaba silencio y se alejaba de la política activa, dejando el escenario al nuevo protagonista del presidencialismo y a sus sucesores.

Votar y decidir

Las próximas elecciones denominadas intermedias porque acaecen a mitad del sexenio en las que se renovarán poco más de mil ayuntamientos, algunos congresos locales, 9 gubernaturas y se renovará en su totalidad la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, son de suyo relevantes y trascendentes. Por lo cual es muy importante que todos participemos, acudiendo a las urnas. La democracia no se agota en las urnas, pero pasa necesariamente por éstas.

DF, reforma política abortada

La reforma política del Distrito Federal, que se ha venido cocinando desde hace décadas, una vez más sufri un atorón a pesar de formar parte de la agenda y compromisos del Pacto por México. Es cierto que la principal oposición provino del PAN, pero tampoco el PRI honró su compromiso, por más que algo de razón asiste a quienes llaman a no legislar al vapor. Algunos otros lo atribuyen a que el inefable trapecista político, epítome del oportunismo y que fue uno de los perpetradores de la propuesta, le inoculó su saudade y la pudrió.

Nueva era

La recién concluida VII Cumbre de las Américas que reunió hace unos días en Panamá a la mayoría de los países del continente americano puede calificarse de exitosa. En este escenario, México, está recuperado un papel importante y parece decidido a recobrar el liderazgo regional perdido ante Brasil y Argentina. La participación de México es muy importante en virtud de la experiencia que tenemos en la siempre compleja y espinuda relación con nuestro vecino del norte y porque históricamente hemos aglutinado los países hermanos del continente.

En el arrancadero

El proceso electoral ha comenzado y con ello, los ciudadanos habremos de sufrir un verdadero tsunami de spots que rondan en cerca de 13 millones de estos mensajes con los que partidos y candidatos se enfrascarán en una verdadera guerra de calumnias, afrentas, insultos, descalificaciones y sólo un porcentaje menor de la espotiza será de propuestas, aunque habrá algunos de promesas incumplibles. Y ese espectáculo es todo, menos democracia. Hemos afirmado que para que haya democracia se requiere de demócratas, y eso es lo que le falta al país.

Reflexiones en la Semana Mayor

Nuestra sociedad heredera de la tradición y religiosidad civilizatoria judeo-cristiana occidental, celebra esta semana la pasión, muerte y resurrección de Cristo, el hijo del Hombre y dado que la mayoría de nuestra población así lo creemos, se deben respetar sus creencias que resultan además un puente de comunicación y sirve de argamasa para unirnos y encontrar los nodos de la identidad nacional.

Lluvia de spots y guerra sucia

La temporada electoral ha comenzado y con ello se nos ha venido encima un verdadero tsunami de spots en radio y tv mediante los cuales los ahora diez partidos contendientes pretenden llegar a los presuntos electores. El alud, sin ritmo, ni tono, engarza uno tras otro las cápsulas de los partidos, sin secuencia diferenciadora, por lo cual tras oír o ver las del PAN, enseguida se programa la del PRD o del PRI o cualquier otra, con lo cual lo único que se logra es irritar, fastidiar o por decir lo menos cansar al radioescucha o al televidente.