¿Cómo saldremos de ésta?
La conquista que sufrimos en el siglo XVI trajo consigo dolencias que nos diezmaron, acompañando a la espada y a la cruz que la bendijo. Recordemos la viruela negra.
La conquista que sufrimos en el siglo XVI trajo consigo dolencias que nos diezmaron, acompañando a la espada y a la cruz que la bendijo. Recordemos la viruela negra.
El asedio impuesto a esos órganos por quien encabeza el gobierno federal —capitán de una nave que enfrenta tempestades que él mismo provocó— desatiende esas razones y milita contra ellas.
Cualquier observador de la realidad —que sí existe, por encima de los discursos— y del debate que arrecia, puede llegar a la conclusión que he mencionado varias veces en las páginas de esta revista.
Otro tema que nos reclama es la decadencia interminable de la seguridad pública, cuyo quebranto inexorable cobra más vidas que la pandemia y amenaza con permanecer más tiempo que el virus que nos diezma.
Hay promotores de la paz o de la guerra. Éstos animan las contiendas y viven para ellas. Es vocación, que se convierte en destino. Los otros procuran concordia, apaciguan, avienen.
En él destacan, por ejemplo, las directrices mañaneras que suelen desplazar a la Constitución, y el manejo de datos que suelen sustituir a la realidad. Éstos engendran cierta versión de los hechos.
Los viejos somos sujetos vulnerables, desde varias perspectivas. Lo somos ante los golpes de la vida, crecientes y numerosos, y frente a las violencias que afectan nuestros derechos humanos.
Las ocurrencias se acumulan. Algunas, las menos, no pasan a mayores; otras anuncian errores mayúsculos y siembran nubes ominosas en el firmamento de la nación.
Es verdad que nosotros elegimos a ese conductor, pero también lo es que los electores miran cada vez más hacia el puente de mando y advierten que en esa tribuna suprema, donde debiera residir un liderazgo redentor, sólo proliferan las palabras y los desaciertos, o los silencios y las evasivas ominosas.
No se trata de un hecho aislado. En el curso de un año han ocurrido otros de la misma o parecida naturaleza, que ponen en alerta a la Universidad de la Nación. Son llamadas a nuestra puerta. Van cuatro, por lo menos.
La historia de esa institución está colmada de vicisitudes. Entre ellas figura la violencia contra la propia Universidad o su comunidad. En todo caso, las agresiones a la Universidad lo son a lo que ella encarna y representa.
Por supuesto, el paisaje no es uniformemente sombrío: hay regiones iluminadas. Destaqué una, la mayor a mi juicio: la admirable, imbatible perseverancia de los mexicanos en sacar adelante al país, remontando adversidades.
Pero el hecho más luminoso es la maravillosa resistencia de los mexicanos, que nos mueve a conservar la esperanza y enfrentar con animación el año que pronto llegará.
¿Nos hemos embarcado, nuevamente, en una “hiperconcentración” del poder, en la deliberada marcha de una corriente autoritaria que pretende suprimir competencias y reducir libertades?
Una elección en nuestro espacio y en nuestro tiempo, que son los de México: espacio y tiempo de incertidumbre. Una elección trascendental, que no se agota en las fronteras de una institución.Una elección en nuestro espacio y en nuestro tiempo, que son los de México: espacio y tiempo de incertidumbre. Una elección trascendental, que no se agota en las fronteras de una institución.
Desde hace meses –e incluso desde la víspera del inicio de nuestra azarosa travesía nacional– hemos sido testigos del insólito manejo de la república, que viaja entre nubes indescifrables y se agita en medio de crecientes turbulencias.
Me parece que el factor que impulsa esta iniciativa propuesta no es tanto la pacificación del país, que no hemos logrado ni remotamente, sino la promoción de la justicia en una serie de casos en los que ésta parece haberse extraviado.
“Nada interesa más a una nación que el tener buenas leyes criminales, porque de ellas depende su libertad civil y en buena medida la buena constitución y seguridad del Estado”.
La autonomía universitaria es uno de los grandes logros del país, por lo que es necesario protegerla y preservarla ante las tentaciones de eliminarla.
La posibilidad de otorgar una amnistía, en lugar de la búsqueda necesaria de la justicia en este país, es un tema que preocupa a muchos mexicanos.