El PRD es la utopía inconclusa
En el PRD la violencia y la amenaza valen más que la voluntad y la convicción democráticas de la gran mayoría de sus militantes.
En el PRD la violencia y la amenaza valen más que la voluntad y la convicción democráticas de la gran mayoría de sus militantes.
Para nadie es un secreto que ante el inminente proceso electoral del 2012 las obsesiones partidistas por conquistar o retener el poder se manifiestan en deleznables acciones como el uso faccioso de la justicia.
Las defendidas iniciativas, más que propiciar una coalición de programas políticos, generan un escenario de colusión de intereses cuyo fin oculto es consagrar una república imperial.
Calderón se juega una última carta, para tratar de imponer su tiranía y la arbitrariedad sobre las que con tanta claridad nos alertaron los Constituyentes de Apatzingán un 22 de octubre de 1814.
Resulta perverso ignorar que la recepción de Anthony Wayne, en fecha tan significativa, no se entienda como prueba irrefutable de sumisión a un poder extranjero.
El dinamismo inherente al plan integral de manejo permite replantear esa estrategia y facilitará un proceso de inclusión y apropiación de un pasado histórico.
Nadie duda ni niega el profundo amor y afecto que muchos mexicanos profesan por un pontífice lleno de vida espiritual, pleno de fe y misericordia, un líder.
Al desacierto senatorial de negarse a ocupar su espacio en San Lázaro, se han sumado el despropósito de la costosa y mal hecha sede del Paseo de la Reforma.
Liderazgo político que no reconozca la prevención y rehabilitación como los principales instrumentos de control del índice delictivo pone en riesgo la estabilidad social, y si a ello se le añade un sistema de justicia criminal debilitado, el peligro es mucho mayor.
El temor a la participación y al control ciudadanos está en el centro de la conjura que en contra de las reformas a la Ley de Seguridad Nacional se percibe en las acciones del Ejecutivo federal.
La reticencia a cumplir con los mecanismos de control legislativo generó la muy tardía respuesta de Calderón a la solicitud de las fuerzas armadas de contar con un marco jurídico.