Quieren quebrar Pemex
Es un hecho que las políticas neoliberales aplicadas desde hace más de treinta años en el mundo, y en México en particular, han resultado en un fracaso no sólo porque han generado millones de nuevos pobres
Es un hecho que las políticas neoliberales aplicadas desde hace más de treinta años en el mundo, y en México en particular, han resultado en un fracaso no sólo porque han generado millones de nuevos pobres
Las malas noticias de la economía se suceden con una rapidez impresionante. La semana pasada se anunció, por ejemplo, que este mes de enero se clasifica como el peor para las bolsas del mundo desde la crisis de 1929, que fue la peor caída en el siglo XX y aun podríamos decir que la peor en la historia del capitalismo. En este enero de 2016, las bolsas perdieron en conjunto 7.8 billones (millones de millones) de dólares. Para tener una idea de lo que significa esa enorme cantidad, puede mencionarse que representa alrededor de la mitad del producto interno bruto, esto es, de todo lo que produce en un año la economía de Estados Unidos que es la más grande (lugar que le anda arrebatando China) del mundo.
Mal comienzo de año para la economía mexicana, de la que no puede augurarse sino un empeoramiento de la crisis económica. Entre los muchos datos que ya anuncian que arreciará la tormenta, tres me parecen particularmente notorios: la devaluación del peso, la caída del precio del petróleo y el crecimiento desmedido de la deuda pública y, en especial, de la deuda externa.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, acaba de rechazar las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional que lo instaban a aplicar el modelo clásico del FMI, es decir, a propiciar un clima favorable para los negocios a fin de atraer la inversión extranjera, a realizar recortes presupuestales, a desregular su mercado financiero (lo que permitiría el alza de la tasa de interés) y lo que llaman flexibilizar el tipo de cambio, esto es, a devaluar su moneda.
Bastante escándalo ha provocado que la Comisión Nacional de Salarios Mínimos haya decidido fijar el que regirá para 2016 en 73.04 pesos, lo que representa un aumento de 4.2 por ciento en relación con el salario mínimo de 2015, que es de 70 pesos con 10 centavos, o sea que el aumento significa 2.94 pesos. Si lo multiplicamos por 30 días, quiere decir que el salario mínimo mensual para 2016 será de 2 mil 191 pesos con 20 centavos.
Todos los mexicanos con la suficiente edad recuerdan aquella frase del entonces presidente José López Portillo, en la que aseguró que defendería el peso como un perro. Menos recordada, pero igualmente memorable, es la que pronunció en su sexto Informe de Gobierno, aquél en el que se estableció la nacionalización de la Banca (ahora ya no sólo desnacionalizada, sino extranjerizada), cuando con voz indignada advirtió: “ya nos saquearon, no nos volverán a saquear”. En aquellos meses, los medios, o por lo menos los periódicos, registraban con frecuencia la salida de divisas por los depósitos de mexicanos en el extranjero. Este tipo de acciones era tan frecuente y las cantidades tan cuantiosas que rápidamente el habla popular los apodó los “sacadólares”.
Aunque no se reconozca como tal, existe una historia oficial de la cultura mexicana, esto es, una historia que exalta las obras y los artistas que, en los diversos momentos de la historia de México, han detentado la hegemonía cultural.
A usted, querido lector, como a cualquier mexicano, seguramente le ha ocurrido que la violencia instalada en el país ha pasado a ser de tal magnitud (ya se calculan más de 120 mil muertos en la última década), que las noticias sobre asesinatos, cadáveres y fosas clandestinas han pasado a formar parte de la cotidianeidad y ya no se le presta atención. Uno se acostumbra a que la violencia forme parte de la información de periódicos, revistas y medios de comunicación.
Ahora que se han discutido los presupuestos de ingresos y de egresos del gobierno federal, se ha puesto atención en la deuda pública, incluso los empresarios de la Coparmex han recomendado a los diputados que tengan cuidado en la aprobación de los nuevos endeudamientos que se programan para 2016. Y es que, en efecto, el saldo de la deuda pública y, sobre todo, el rápido crecimiento que ha tenido durante los tres años de la actual administración obligan a prender las alarmas.
El exsecretario de Hacienda de México y ahora secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), José Ángel Gurría, visitó nuestro país la semana pasada y entre sus varias declaraciones dijo algunas verdades, otras afirmaciones falsas que deben desmentirse y otros juicios que merecen rebatirse por las consecuencias que, de aceptar sus consejos, tendrían para la población trabajadora.
Nuevamente, la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) informó, la semana pasada, que se registró una pérdida, que llaman eufemísticamente minusvalía, en los fondos de pensiones de los trabajadores. Esta vez, la caída, sólo entre julio y septiembre de este año, fue de nada menos que 37 mil 788 millones de pesos.
Desde hace algunos meses, los mercados financieros del mundo se han mostrado sumamente nerviosos, debido a que se había anunciado la posibilidad de que la Reserva Federal, es decir la institución que actúa como banca central de Estados Unidos, decidiera aumentar la tasa de interés. De concretarse esa expectativa, lo previsible era que los capitales fluyeran, como quien dice en masa, hacia Estados Unidos, en busca de una tasa de interés positiva, con la ventaja adicional de que los valores estuvieran invertidos en una moneda fuerte.
En efecto, como se ha reiterado en los medios, la devaluación que ha experimentado el peso en este año es histórica, en cuanto ha llegado a su nivel más bajo, y también porque la dimensión de la caída que se mueve, según algunos analistas alrededor del 20 por ciento, si descontamos el diferencial de inflación entre nuestro país y Estados Unidos, es incluso más significativa que la ocurrida durante la crisis financiera mundial de 2009, cuando el porcentaje real fue de 9 por ciento.
El BID anda atrasado de noticias, pues en las últimas semanas ha declarado que los pobres de América Latina representan un cuantioso mercado para las empresas. En la región, ha dicho, existen alrededor de 450 millones de pobres que sobreviven con menos de 10 dólares diarios, pero lejos de alarmarse por la situación de desigualdad en la región, ha concluido que los pobres latinoamericanos representan un mercado de 759 mil millones de dólares.
Sin proponérselo, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo, que agrupa a los países más ricos del planeta) y el INEGI (Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática) ofrecieron un panorama de las condiciones en que se encuentran los trabajadores mexicanos, después de la aplicación de las políticas neoliberales, incluidas las reformas estructurales de las últimas décadas.
La Organización Oxfam acaba de publicar un informe sobre la desigualdad en México que contiene datos escandalosos. Ahí se advierte que “El número de multimillonarios en México no ha crecido mucho en los últimos años. Al día de hoy son sólo 16. Lo que sí ha aumentado y de qué forma es la importancia y la magnitud de sus riquezas. En 1996 equivalían a $25,600 millones de dólares; hoy esa cifra es de $142, 900 millones de dólares”.
Para cualquiera que sepa leer la realidad en los hechos, la semana pasada los diarios mostraron un claro ejemplo del contenido concreto de las dos reformas (junto a la laboral) con mayores consecuencias para el pueblo mexicano: la energética y la educativa.
Del mismo modo que se ha caracterizado al auge de la literatura en Nuestra América que se manifiesta a partir de la década de los sesentas, como el Boom de la literatura latinoamericana, bien puede afirmarse que también a partir de esas fechas se presentó un Boom de la ciencia social latinoamericana.
Hace unas semanas comenté cómo la elaboración del llamado presupuesto cero, es decir el que no parte de las asignaciones otorgadas en años anteriores a las distintas dependencias y organismos autónomos, sino que se rediseña completamente según los criterios de la Secretaría de Hacienda (en este caso, lo que ya es el colmo, asesorada por el Banco Mundial), esa elaboración, decía significa la introducción abierta de la arbitrariedad. Me quedé corta. Porque si bien el presupuesto cero es efectivamente el ejercicio de la arbitrariedad pura, lo cierto es que la actual administración no ha necesitado esperar a la elaboración de esos nuevos lineamientos, sino que ya está actuando arbitrariamente desde hoy.
El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, en su informe sobre el primer trimestre de 2015, disminuyó, por segunda vez, la previsión sobre el crecimiento de la economía en este año. Mientras en noviembre pasado anunciaba que aumentaría entre 3 y 4 por ciento, luego en febrero de 2015 se había reducido a entre 2.5 y 3.5, y ahora el Banco espera que el producto interno bruto crezca entre 2 y 3 por ciento. Lo más probable es que al final del año tengan que reconocer que ni siquiera se llegó a ese débil porcentaje.