En los últimos 15 años, la relación entre China y América Latina se ha fortalecido principalmente de los intercambios comerciales; ambas partes han encontrado el cliente perfecto en el otro lado del Pacífico, una para las materias primas y los recursos energéticos, otra para sus manufacturas, y han logrado multiplicar por 20 el volumen de su comercio bilateral desde principios de siglo. Las inversiones, sin embargo, no han experimentado este mismo ritmo de crecimiento, algo que el gigante asiático se ha propuesto cambiar como parte de la nueva estrategia que definirá las relaciones con la región durante los próximos diez años y se empezó a delinear este jueves.