México aún sigue impactado por la reciente visita de Francisco cuando la Iglesia, que experimenta ciclos y procesos propios, ya dio el siguiente paso para la consolidación de un pontificado de vanguardia, que busca sanar las heridas que causó el larguísimo reinado de Juan Pablo II, un papa polémico que de manera simultánea arrastró multitudes y alejó a las nuevas generaciones de la Iglesia por su postura conservadora en diversos temas. Enhorabuena que el dogma de la infalibilidad papal está limitado al tiempo de cada pontífice, porque de esta manera la Iglesia puede hacer ajustes a su interpretación de la liturgia, y la Santa Sede reencauzar rumbos para consolidarse como actor relevante de las relaciones internacionales contemporáneas.