Corrupción al estilo AMLO
Entendamos que Lozoya nunca irá a la cárcel, mientras sirva a AMLO, delatando y aportando grabaciones a contentillo del presidente.
Entendamos que Lozoya nunca irá a la cárcel, mientras sirva a AMLO, delatando y aportando grabaciones a contentillo del presidente.
En el México actual, la administración a cargo del presidente Andrés Manuel López Obrador instituyó otra 4T; la que, hasta el momento, ha resultado un fiasco para sus originales pretensiones.
En fin, el presidente Trudeau sí tuvo decoro y dignidad al declinar esa tramposa y sucia invitación; y dejó solos a Trump y a AMLO para que contaran los muertos que han provocado.
Pagés Llergo se caracterizó por su inquebrantable independencia, su congruente perseverancia y su capacidad periodística, y con el profesional aporte de todos los colaboradores.
Consideren que la primera versión del presidente motivó que la adoptaran, como suya, todos los miembros del gabinete de seguridad, incluso, algunos, tal repitieron bajo protesta de decir verdad ante las cámaras del poder legislativo federal.
El presidente López Obrador dispuso que en una de sus mañaneras se le preguntara sobre ese proyecto de Monreal; y, cumplido el encargo, AMLO respondió: “si es para ahorrar dinero, estoy totalmente de acuerdo”.
Ambos, independientemente de que estemos o no de acuerdo con lo que expresan y hacen, merecen respeto como seres humanos, pero sobre todo como compatriotas, pues constituyen parte de nuestro patrimonio.
Lo que le pase al barco afectará a los pasajeros, a la tripulación y al capitán; por ello, toda la gente a bordo debe conducirse correctamente, para que se navegue de excelencia, en bien de todos.
Empero, para cualquiera de esos dos propósitos, debe previamente entender que el “PIB” (siglas del producto interno bruto de un país) es un instrumento indicador de carácter macroeconómico, que se emplea para medir el comportamiento general.
El primero, el muro que pretende proseguir el presidente Donald Trump; y, el segundo, el que construye con odio avinagrado el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Toda persona conciliada consigo mismo y con su medio desea y hace el bien a los demás. Aunque en el mundo no exista lo bueno y lo malo en términos absolutos, ya que el bien y el mal no son conductas ni percepciones ni resultados estáticos o inamovibles.
Pero AMLO, respecto al coronavirus, exhibió su pésimo comportamiento; primero lo calificó como complot de los conservadores, y continuó sus reuniones masivas como repartidor de abrazos y besos, dando mal ejemplo.
El fondo de todo poder político lo estudió con riguroso procedimiento científico el irlandés James George Frazer (1854-1941), quien investigó ese voluble y profundo vínculo entre el pueblo, su gobernante y dios, con raíces mágicas, religiosas y políticas.
El presidente Andrés Manuel López Obrador sigue en esos sueños mareadores de poder, sin saber articular su puzle, ese importante juego que es el saber armar, cada seis años en México, el rompecabezas nacional.
AMLO repite esa aseveración mecánicamente y la usa de manera rústica, al no tener una ideología bien estructurada, transformándola en una cándida y resbaladiza manía.
La cultura hebrea, su Biblia, el dios de ese libro de libros con sus tres personas distintas, pero un solo dios verdadero, han venido cambiando con el decurso de los siglos.
Tras el biombo del coronavirus dan información tardía e incompleta. El secretario Javier Jiménez Espriú, que gusta de juegos de palabras, explicó ese hecho como “alabeo repentino hacia la izquierda… por dos tornillos sueltos”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador sigue desatendiendo personalmente los tardíos lineamientos tomados por el sector salud del país, portando sus dos estampitas del sagrado corazón de Jesús, su dólar de dos pesos y su trébol de cuatro hojas.
No hay duda que ese patógeno ser, recién nacido en Wuham, ciudad de 11 millones de habitantes en la zona central de la República Popular China, se ha convertido en el tema de nuestro tiempo.
La naturaleza y la cultura, en materia de géneros, están constituidas por multitud de líneas intricadas, que no permiten tan fácilmente discernir los enlaces entre todas ellas, ni resulta sencillo asegurar qué hechos han provocado que ocurran otros.