El caso de Randol Reeves
Una mexicana que sigue siendo muy mexicana.
Una mexicana que sigue siendo muy mexicana.
Con respeto, le ofrezco estas ideas que creo compartir con muchos mexicanos.
La madurez me ha enseñado que es preferible ver las cosas de frente que ignorarlas cuando son desagradables.
Es un error de cálculo pensar que el México profundo piensa como las zonas cosmopolitas de la CDMX
La alianza que en estos momentos tienen la CNTE y López Obrador es más de conveniencia política, pragmática, que de simpatía.
En mi artículo anterior, comencé un tema muy grande, demasiado, que da para muchos comentarios de verdaderos expertos en la materia, pero un asunto que todos los días renace en el noticiero y en la prensa y que es la complicada situación que enfrenta lo que llamaremos el Occidente y el mundo islámico, y que especialmente afecta a Europa y Estados Unidos.
Los mexicanos, que somos país de migrantes, que no podemos retener a nuestra población con una vida digna y suficientes trabajos, debemos tener una espontánea solidaridad con esos migrantes que hoy por hoy llegan a Europa huyendo sobre todo de los conflictos de Oriente Medio. Ese río humano que tiene que cruzar el mar y brincar de país en país para llegar a un prometido paraíso que es la rica Alemania y los otros países prósperos de una Europa muy desigual.
Decíamos que Hugo Gutiérrez Vega, recientemente fallecido, tuvo orígenes muy correctos desde el punto de vista de la derecha. Brillante estudiante con los jesuitas, demasiado maduro para su edad se lanzó luego a la aventura del panismo redentor bajo el pensamiento de Efraín González Luna.
La muerte de Hugo Gutiérrez Vega es para mí una muy dolorosa pérdida. Muchos años de amistad interrumpida por ausencias, pero siempre recuperadas. Hijos únicos ambos, al final nos tratábamos de “hermanos” y nos saludábamos a la libanesa o parisina, de beso en la mejilla y es que los hijos únicos le pedimos a la amistad que llene nuestra soledad esencial.
Confieso que generalmente se me da el trato con lo demás y que con facilidad me gustan las personas. Pero también admito que hay algunas que rechazo instintivamente y con las cuales me es muy difícil tener la mínima cortesía. Hay ciertos tipos de gente que me pone a la defensiva y a la ofensiva. Entre ellos está cierto tipo de empresario de provincia profundamente reaccionario y finalmente pueblerino. Gente que combina la ignorancia con la arrogancia.
La bomba atómica, cuya presencia en Hiroshima y Nagasaki está siendo recordada y ha generado un renovado horror, fue, aparte de tantas cosas, un confirmar nuestra decepción con la ciencia, el final de un largo romance que Occidente tuvo con el pensamiento científico desde, qué sé yo, el Renacimiento.
Teníamos 18 años, leíamos a Hermann Hesse y amábamos la ciencia. No se alarme, lector, no voy a escribir sobre mi torpe juventud, sino sobre una cierta atmósfera que compartí con algunos amigos de mi generación.
Este país es increíble. En pleno proceso de naufragio se preocupa por cuestiones tan absurdas como el retorno de los restos de Porfirio Díaz y la corrida de un tal Piojo. Como nada sé de futbol, me concentro en el asunto de don Porfirio el que encuentro dirían los italianos molto divertente o para decirlo en precioso mexicano, un divertidísimo desmadre.
Grecia, víctima de la violencia criminal de Alemania, de esa Alemania que ahora la quiere reducir al estado de una colonia económica.
El papa Francisco ha vuelto a causar un santo escándalo ahora con su defensa del planeta, de esa diosa madre que los andinos llaman la Pachamama, esa pobre tierra que en el siglo XX ha sido acosada y destruida sistemáticamente por el peor capitalismo o, para ser justos por la industrialización desaforada de cualquier signo ideológico, por la perversa religión del progreso.
Entre las sorpresas políticas de las recientes elecciones, junto con la llegada de el Bronco a la gubernatura de Nuevo León y los éxitos de Morena en la Ciudad de México está el triunfo de Enrique Alfaro Ramírez que lo llevará a la Presidencia Municipal de Guadalajara. Y no sólo eso sino que el partido por el cual jugó Alfaro, Movimiento Ciudadano, gana prácticamente la zona metropolitana que rodea a Guadalajara (tres municipios) así como Puerto Vallarta.
Todo clérigo que no estuviera de acuerdo con la maldad del sistema era regañado por el alto poder pontificio.
Hace unos días, El Salvador, un país por largos años martirizado, celebró la beatificación de su arzobispo Óscar Romero, gracias al apoyo del argentino papa Francisco. La beatificación que, según entiendo es un trámite por cumplir antes de la canonización, es un suceso religioso pero también tiene un aspecto altamente político para nosotros mexicanos y latinoamericanos.
Vivo en una ciudad sitiada. Me refiero a Guadalajara que hace unos días sufrió el cierre de todas sus salidas carreteras con camiones y vehículos incendiados en un audaz y eficiente golpe de quién sabe quién. Porque nunca se sabe quién es realmente responsable y para la mayoría de los ciudadanos, en la que me cuento, la verdad oficial es, cuando menos, dudosa. El sitio fue rápido y causó, por supuesto, un inmenso desorden en la circulación normal de la ciudad.
Una ola de culpa cubre Europa occidental al conocerse la última tragedia en el Mar Mediterráneo, cuando se hundió un barco lleno de migrantes africanos que tenían como meta llegar a Italia y al paraíso europeo. Usualmente el destino de llegada es la Isla de la Lampedusa, nombre que a mí me recuerda, por supuesto, al autor de esa maravillosa novela que es El Gatopardo.