Eusebio Ruvalcaba
Librería del Fondo
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El 20 de noviembre de 1865, Ángela Peralta hace su entrada a los perímetros de la Ciudad de México.
Aquí las lecciones de Eusebio Ruvalcaba sobre la acción y efecto de escribir, un homenaje que Carlos Bortoni hace a su maestro, quien murió el pasado 7 de febrero.
De lecturas y vidas es un asomo al momento preciso en que el impacto de una lectura promovió una influencia marcada en el receptor, al grado de involucrarse en su destino.
A los 66 de edad murió la semana pasada Eusebio Ruvalcaba (1951-2017), poeta, narrador, tallerista y melómano.
No sé quién diablos es Eusebio Ruvalcaba, pero sí sé que es un hombre que nunca se cansa de escribir de lo que le venga en gana, nunca atento a las modas literarias.
En homenaje a Eusebio Ruvalcaba, Ricardo Muñoz Munguía, Emilio Lluis, Carlos Martínez Rentería, Mauricio Carrera, Javier Galindo Ulloa aportaron textos.
El escritor Eusebio Ruvalcaba murió ayer a los 65 años de edad. Su novela fundamental: “Un hilito de sangre”.
El escritor Eusebio Ruvalcaba falleció este martes a los 65 años. Aquí su última colaboración que se publicó en el suplemento “La Cultura en México” (8 de enero/2017).
Y es justo en estas sonatas que las de Brahms no tienen parangón. Las tres son, ya lo dije, sublimes, y tal vez por este carácter casi místico es que no todos los violinistas las tocan, no porque sean prueba de fuego para el instrumento, técnicamente hablando, sino por la musicalidad que exigen.
Beethoven compuso música para prácticamente todos los géneros, lo cual, entre paréntesis, obliga a reflexionar en los prejuicios que vienen arrastrando los escritores: o escribes ensayo o escribes novela, o escribes novela o escribes poesía; ¿no es éste el criterio que norma la producción de incontables literatos?, y creo que por una razón: por su apego irrestricto a las normas de la academia, desde el momento en que la academia divide la producción escritural en géneros determina sumisión y mediocridad —términos que los académicos anteponen por antonomasia.
La música, quién no lo sabe, es majestuosa. Aun la música más humilde —si por humildad entendemos aquella música sin pretensiones— es, cuando toca el corazón, sobrecogedora.
Hay obras que adquieren el nivel de maestría desde las primeras notas. Como si de suyo llevasen la impronta de la permanencia contra viento y marea.
Género predilecto del romanticismo alemán, la sonata para violín y piano no ha tenido, sin embargo, la misma acogida entre los compositores mexicanos. Contados maestros le han dedicado su atención.
No hay necesidad de amar. Uno se puede pasar la vida sin amar, como una nube que cambia de forma ante nuestros ojos y que nadie la ama porque de su belleza sólo van quedando jirones. Amamos más entre más se nos cierran las puertas del amor.
No sé si alguno de ustedes vio una película que lleva por nombre el de Beethoven: dios inmortal. Desde luego es un nombre muy tramposo.
Hace unos días estaba bien tranquilo, trabajando en casa, cuando recibí una llamada de Citlalli Fuentes, amiga dulcísima que siempre está en mi corazón.
Y no estoy hablando, para nada, de que se tiene que ser religioso ni nada por el estilo; creer o no en Dios es un asunto aquí irrelevante. Estoy hablando de otra cosa, que tiene que ver más con el ser humano que con la ciencia ficción. Estoy hablando de que en la vida siempre ha habido manifestaciones que sobrecogen.
Es mi favorito de los conciertos de Rachmaninov. Aunque el segundo le sigue muy de cerca este tercero es todavía más intenso, más tempestuoso, más pasional.
Keith Jarret es un grande de la improvisación. He escuchado un par de discos, y la ejecución es notable.