Del modelo militar al modelo civilista
El ataque a la normatividad suprema detonó una crisis humanitaria que nunca antes habíamos vivido los mexicanos.
El ataque a la normatividad suprema detonó una crisis humanitaria que nunca antes habíamos vivido los mexicanos.
No existe argumento alguno que pueda justificar un probable fracaso en un asunto tan decisivo para el presente y el futuro de nuestra nación.
La meta anhelada del imperio de la paz, la verdad y la justicia para los desaparecidos y sus seres queridos no será factible sin el brote de un poderoso acompañamiento ciudadano.
La violación a los derechos humanos es estructural, sistémica, generalizada y de larga data.
Se trata, ni más ni menos, de abrir la caja de Pandora y encarar las graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante las últimas décadas.
La geología y la revolución social fueron las dos vetas que caracterizaron su trayecto existencial.
Doña Mary les advirtió: “Nada está bien. Ayotzinapa sigue, vamos a seguir exigiendo que se diga la verdad sobre nuestros hijos”.
Crónica, sistemática y estructural, campea a lo largo y ancho del territorio nacional.
El Estado —dice la Corte— no está obligado a indemnizar a las personas que han sido consignadas y encarceladas con base en pruebas ilícitas.
Ningún responsable directo o por cadena de mando ha sido sancionado por haber producido o avalado partes oficiales fraudulentos.
En tiempos recientes, las autoridades han hecho un uso intensivo del reprobable mecanismo de la falsificación de la verdad.
Dentro de las fuerzas de seguridad aún prevalece la cultura del desprecio a la vida y a la dignidad humana.
En México se han cometido crímenes de lesa humanidad, cuya persecución ha sido bloqueada desde el gobierno.
Ojalá que así lo entiendan quienes se han dedicado a darle vueltas y evasivas.
Torturas, desapariciones forzadas, violaciones al debido proceso, denegación de justicia…
Son responsables de los crímenes cometidos por los subalternos cuando no adoptan las medidas que se requieren a fin de prevenirlos o reprimirlos.
Tales crímenes agravian u ofenden a la comunidad internacional en su conjunto.
Muchas cosas habría que hacer a fin de evitar otros descarrilamientos del aparato gubernamental.
Los superiores jerárquicos tienen responsabilidad por cadena de mando en relación con los crímenes cometidos por los subalternos.
Las autoridades se han empeñado en negar la realidad y no han hecho lo necesario para llevar a los responsables ante la justicia.