Hasta las 21:15 horas del viernes 13 de noviembre la noche parisiense se desarrollaba como de costumbre: en las calles, gente con abrigos y chamarras gruesas porque el frío ya calaba; los noctámbulos iniciaban una larga jornada; los parroquianos (gente de a pie, como cualquier turista) llegaban a cenar o a tomar tragos en los restaurantes, los bistrots, las brasseries, o a ver una función en el cine, o a escuchar un concierto de música moderna (como en el popular Bataclan, donde el grupo de rock californiano Eagles of Death Metal, empezó su función con “Kiss the Devil” —”Besa al diablo”—, como un mal presagio); o a bailar, o a ver un juego de futbol amistoso entre los equipos de Alemania y Francia, en el famoso Estadio de Francia (construido para la Copa del Mundial de Futbol de 1998), al que asistía el propio presidente galo. Lo acostumbrado en la turística capital francesa, la hermosa e histórica ciudad de París.