El rapto de la Democracia
Hay, pues, tantas sorpresas que nos reserva la historia —y las historias—, siendo una de ellas los paralelismos que guardan vidas que nos han precedido, personajes que han vivió en el mismo tiempo, en lugares distintos.
Hay, pues, tantas sorpresas que nos reserva la historia —y las historias—, siendo una de ellas los paralelismos que guardan vidas que nos han precedido, personajes que han vivió en el mismo tiempo, en lugares distintos.
En la reciente entrevista, Xóchitl platicó, sin reparo alguno, haber sido hija de un padre violento y alcohólico y una madre sumisa; vivió hasta su adolescencia en la más extrema pobreza en el tórrido Valle del Mezquital.
Lo recuerdos del pasado me llevan a la siguiente reflexión: la felicidad y la alegría existen, pero no dejan de ser un enigma indescifrable: ¿qué es?, ¿cómo se define?, ¿qué la origina y qué la destruye?
El Marx al que me refiero, Marx Arriaga, Director de Materiales Educativos de la SEP, ha tenido la suerte de estar en el lugar y en el momento adecuados para reencarnar -según él- en el mismísimo Karl Marx…
En un plano enteramente especulativo y de apreciación personal, señalé otros momentos de nuestra historia que me parece nos transformaron verdaderamente: la invasión norteamericana de 1847; la expropiación petrolera de 1938; los sismos de 1985.
Cuando tomamos decisiones como colectividad, también solemos expresar con un “hubiera” nuestro desatino o arrepentimiento: “si hubiera votado por tal o cual candidato, hoy no me estarían cobrando derecho de piso ni me hubieran secuestrado” …
Ser bueno y sabio, al igual que creer y pensar, son atributos exclusivamente del ser humano, y como tales se debaten entre lo divino y lo terrenal, lo que el Unamuno llamaría “el sentimiento trágico de la vida”.
En el contexto de la raza humana, son -y serán- los más pobres los que primero perezcan frente a uno de los más pequeños, pero más poderosos, enemigos: los virus.
Antes de mencionarlas, sin embargo, ubico al lector en mi ámbito existencial: nací justo a la mitad del siglo pasado, de aquí que dos de estas transformaciones no las viví; las otras tres sí que las he vivido.
Su contenido versa sobre la lucha encarnizada por el poder político-militar en la que Julio César se enfrenta en juicio -y después militarmente, siendo casi un adolescente- a Sila, Dolabela y al propio Cicerón.
En el México de hoy advierto un sentimiento semejante, agregada una cierta desesperanza, al no avizorar un remedio interno que asegure la prevalencia del Estado de derecho y, con él, la seguridad de nuestros bienes y personas.
El filósofo e historiador Mora, afirma que el amor al poder, innato en el hombre y siempre progresivo en el gobierno, es mucho más temible en las repúblicas que en las monarquías, pues el que está seguro de que siempre ha de mandar, se fuerza poco en aumentar su autoridad.
En esta extensa investigación se deja por sentado que el acceso a la información expedito, exhaustivo y permanente, nutren vigorosamente la confianza de la ciudadanía en sus gobiernos y sus gobernantes.
El diseño del planteamiento –nos dice Olguín– requiere, primeramente, de un nuevo esquema de seguridad en el que participen tanto las grandes potencias mundiales como los propios países europeos.
El pasado 25 de marzo, la SEMARNAT lanzó un comunicado de prensa que tituló: “¿DÓNDE ESTABAN LOS PSEUDOAMBIENTALISTAS CUANDO HACE AÑOS EMPEZÓ LA VERDADERA DEVASTACIÓN DEL SURESTE DE MÉXICO?”.
Un antiguo relato chino decía que, cuando el profeta apuntaba a la luna, el idiota se quedaba mirando al dedo. Así me parece hoy el discurso presidencial pues, ante argumentos sólidos, lógicos, basados en hechos, expresados con claridad.
Ignoro si alguien en Palacio Nacional ha leido a Platón y le haya dado el golpe a La república, al menos para entender algunos conceptos fundamentales.
La investidura presidencial con que fue ungido por una elección democrática, de nuevo y por enésima vez, fue usada para lanzar el estiércol verborréico en que se ha convertido el discurso presidencial.
Cuando hablamos de la rebelión de las masas no nos referimos a los incendiarios sans-culottes de la Francia revolucionaria.
Aquí las dudas que saltan a la vista es ¿quién emprenderá el proceso de esclarecimiento?, ¿quiénes serían los indiciados?, ¿quién encausaría el debido proceso?, ¿sería un proceso judicial o extra judicial?, ¿qué alcances tiene la intención de esclarecer?