Encuentro de un líder religioso y un jefe de Estado
El encuentro acreditó la relevancia de la sede petrina en el mundo y de la Iglesia católica en Estados Unidos.
El encuentro acreditó la relevancia de la sede petrina en el mundo y de la Iglesia católica en Estados Unidos.
Es tiempo de que todas las naciones asuman responsabilidad y atiendan, con urgencia, los temas siempre postergados.
El pontífice ha dicho que se tiende a despreciar la esfera religiosa en beneficio de la política.
Una Iglesia sencilla para la humanidad del siglo XXI y sus nuevas causas globalizadas.
En su condición de hombre, hace política, aunque no partidista, sino la que orienta a los fieles frente a los grandes temas actuales.
Los monólogos ultranacionalistas y populistas vulneran el respeto y el diálogo que deben guiar la sana convivencia.
El mensaje de Bergoglio generó resquemores en Estados Unidos, donde pululan dogmatismos que nada aportan a la justicia social.
Los principios que guían a Roma en materia migratoria son de sabiduría milenaria.
Inquietud vaticana de conferir un rostro humano a la economía y la política internacionales por encima de cualquier interés.
Ganan los que tienen los recursos financieros y militares suficientes para imponer su voluntad.
Es de esperar que la paz que invoca Francisco, justa, integral y duradera, se traduzca en una realidad tangible y cotidiana para todos.
El reto más importante de Francisco sea atreverse a dar el paso definitivo para edificar la Iglesia que requiere el mundo del tercer milenio.
Sustenta con holgura los méritos necesarios para estar inscrita entre los santos que venera la Iglesia católica.
El anuncio de que Francisco realizará una vista pastoral a México a mediados de febrero del año entrante ha generado gran expectativa, no sólo porque se trata del papa sino, fundamentalmente, por el original rumbo que está dando a la Iglesia católica en estos primeros lustros del nuevo milenio.
Cada siglo produce sus héroes y villanos; la historia está marcada por la influencia de mujeres y hombres que, por sus acciones o pensamiento, se han erigido en verdaderos íconos del género humano.
El papa Francisco tiene al mundo atónito por su carisma y capacidad para abordar los temas más complejos con gran sencillez y sin demérito de su autoridad como heredero del trono de San Pedro. Su recién concluido viaje a Cuba y Estados Unidos llamó la atención de la comunidad internacional acerca del relevante papel que cumple la sede pontificia en los temas globales y confirmó que, aunque “su reino no sea de este mundo”, el Vaticano tiene política exterior y cuenta con las herramientas y agentes necesarios para articularla y dotarla de contenidos concretos.
En la última década, el mundo ha sido testigo de eventos inéditos en la historia del papado. La muerte de Juan Pablo II en abril de 2005 constituyó un momento trascendente para quienes ya se habían acostumbrado a un pontificado muy conservador, que duró un cuarto de siglo y marcó un peculiar estilo de conducción de los destinos de la Iglesia católica y de la Santa Sede.
En la ceremonia de canonización, Jorge Bergoglio hizo bien al definir a ambos nuevos santos como los dos “papas valientes del siglo XX”.
De ese discurso sólo quedan vestigios y pocos se acuerdan de la presunta etapa de bienestar y progreso que traería consigo el desmantelamiento del bloque socialista.
México culmina el año a tambor batiente. En el caso de la cultura, así lo confirma la 28 edición de la Feria Internacional del Libro, que se realizó en Guadalajara del 29 de noviembre al 7 de diciembre último.