Cobro de cuotas: El cofre del tesoro
Venden por dinero una plaza. Por sexo se otorga un cargo. Un puesto público de elección se consigue si se sujeta, el beneficiado, a una incondicionalidad ciega y desvergonzada.
Venden por dinero una plaza. Por sexo se otorga un cargo. Un puesto público de elección se consigue si se sujeta, el beneficiado, a una incondicionalidad ciega y desvergonzada.
Nombró a sus aspirantes para sucederlo. Anticipó tiempos electorales no permitidos por la Carta Magna. Les ordenó renunciar a sus altos cargos públicos. Dispuso que salieran a hacer campaña electoral, en humillante calidad de “corcholatas”.
Al ejecutivo federal (tan dado a que el pueblo decida) se le olvidó consultar a los trabajadores de la educación, a los padres de familia, y a la sociedad que espera y desea la formación de calidad y la información indispensable de los educandos.
La enorme cantidad de sus engaños lo coloca como un contumaz tramposo; aparte de que lo sitúa en el primer lugar de falsario dentro de los jefes de Estado de nuestro planeta.
En la mayoría de ellas provoca a alguien, y en no pocas comete delitos, poniendo en riesgo la seguridad pública, vías de comunicación y correspondencia, contra la autoridad, contra la salud, contra la moral pública y las buenas costumbres…
El presidente López se parece a Echeverría. No en lo físico ni en sus cualidades, sino en sus defectos. Son concentradores de poder. Hablan, hablan y siguen hablando. Sencillos en sus hábitos, y complicados en su interior.
Como nuestra Carta Magna no permite la reelección presidencial, él mismo tuvo que negar la existencia “legítima” de su presidencia falsa, para volver a participar por tercera vez en el proceso electoral rumbo a ese cargo con el que hoy farolea.
Ese realismo mágico fue premiado por la academia, pero más por los lectores. Pero hay otro tipo de realismo mágico, ramplón y grotesco, en este tiempo de corcholatas morenistas que ambicionan la presidencia de México.
Todo su poderío (incluido el erario federal, estatal y municipal, a cargo de morenistas) lo utilizará para que su corcholata designada triunfe; y una vez sentada en la silla presidencial, ésa proseguirá como su corcholata, o su títere.
“La gente con poder, sabe contar mentiras que parecen verdades y, así, hacen mal uso de las palabras”; este concepto del griego Hesíodo (siglos VIII y VII antes de nuestra era) se recordó en el evento.
Adán, como secretario de Gobernación fue la mano radical del presidente. Parecía, o fingía, no quererse ir de su Secretaría de Gobernación, pero ahora sostiene una conducta original, llamativa y audaz, cultivando al presidente autoritario en franco declive.
Ya no fueron 6 meses de gasto electoral, como antes, sino será una erogación de más de 3 años, para varios prospectos. No le importó al presidente ni los costos ni los desgastes ni las formas legales, erigiéndose en un ridículo dedazo electoral.
Ese ejercicio presidencial resultó (muy pronto) una ingrata sorpresa para la mayoría de la población. Así, la principal actividad de este país son las elecciones. El eje central de todo es votar.
La conducta del presidente AMLO durante el ejercicio de su mandato es, desde muchos aspectos, contraria a la de Juárez.
Agregaré que la coercitividad para la ejecución de estos actos expropiatorios no corresponde a las fuerzas armadas, ni a los soldados ni a los marinos, sino a las policías que tratan con civiles; y, además, los afectados tienen para su defensa el juicio de amparo.
Obvio, el Poder Judicial Federal no es el castillo de la pureza, pero tiene mecanismo interiores y eficaces que lo han venido mejorando; empero, el Poder Ejecutivo Federal y el Poder Legislativo Federal, carecen de esos mecanismos interiores eficientes.
Con esa forma de obrar, el autócrata López, con su egocentrismo, sus ocurrencias, mentiras, corruptelas e ineptitudes, no ha dado resultados ni positivos ni inmediatos a los mexicanos.
El secretario de Gobernación, el secretario de Salud y el vocero del presidente, aseguraron públicamente: “no es cierto, el presidente nunca se desvaneció”; empero, éste, terminó desmintiendo a sus colaboradores.
¿Qué necesidad tiene de levantar polvaredas el señor autócrata?, cuando todos los días visita Palacio Nacional el embajador estadunidense Ken Salazar, a quien puede entregar notas diplomáticas oficiales, con acotamientos verbales explicativos.
Sin poder dar la información sobre la tesis con la que Andrés Manuel López Obrador obtuvo su licenciatura, y cerrando para todos en México el acceso a la información y acabando con la transparencia que deben tener los actos del gobierno.