El hartazgo del moreirato llegó a Los Pinos
Por lo visto, el hartazgo llegó a Los Pinos, hacemos votos por que también llegue a algún penal de máxima seguridad.
Por lo visto, el hartazgo llegó a Los Pinos, hacemos votos por que también llegue a algún penal de máxima seguridad.
Estamos atrapados en las inercias del lodazal, cuando tenemos la oportunidad de transformar el fango en cimientos.
Las campañas presidenciales arrastran a una contienda de todos contra todos, sin reglas ni misericordia.
Previó el escenario y comenzó a jugar las fichas a su alcance: salir del país y mantener a su familia a salvo.
De nada sirve tener un sistema específico si no existe quien aplique el marco legal.
Sin importar partido o grupo político se ha vuelto todo un deporte.
Es obvia la desesperación de un PRI desprestigiado que no encuentra un apoyo social y tampoco se resigna a perder el poder.
A pesar del grito desesperado de ¡ya basta! que la sociedad irritada emite, diariamente se presentan eventos que causan estupor.
Es un sobresaliente avance, que se obscurece al obtener un cúmulo de impugnaciones.
Lo que se necesita es la construcción de un proyecto de país en democracia, que no es labor de un hombre, sino de un pueblo.
Gobiernos sin respeto a la división de poderes ni al Estado de derecho, abriendo las puertas al saqueo, la impunidad y el deterioro de la clase política.
Ni la estructura ni el voto duro de cada partido les alcanza para obtener la victoria a ninguno de los tres.
El fondo de los problemas que enfrentamos proviene de un déficit político.
La lucha del poder por el poder causa ceguera política, desorden institucional y detrimento en la calidad de vida de los ciudadanos.
Estos episodios únicamente sirven de abono para minar la fragilidad de la esperanza.
Las cosas se pondrán interesantes, el juego está en marcha.
Con Donald Trump, la política exterior de Estados Unidos tiene un cambio radical, la base sostenida a través del miedo, sin duda, traerá sus efectos.
El primer paso es ubicar quiénes son los aliados y hasta dónde están dispuestos a llegar.
El dilema se presenta en formas y fondo, en el qué hacer, cómo hacerlo y para qué.
Lo trascendente del asunto consiste en la capacidad de aterrizar una propuesta de cambio.