La gobernabilidad, en términos simples, se refiere a la capacidad y habilidad de un gobierno para ejercer autoridad y gestionar asuntos públicos de manera efectiva, cumplir y hacer cumplir las leyes es el más claro ejemplo del concepto.
La clase política nos obsequia crónicas descriptivas de su praxis secuestrada por la polarización, los adjetivos son numerosos, su reserva cultural es mínima y todo ello contribuye a la degradación.
De nada nos servirían los deseos y los votos de todos nuestros congresistas sino la voluntad de los cien individuos dueños del capital nacional.
Temas trascendentes e ineludibles en la atención y proyección de quienes, como partido o como individuos, pretendan gobernar.
Pensar que la segunda vuelta es una prioridad ofrece una versión torcida sobre las necesidades de la democracia mexicana.
La segunda vuelta no es, por lo tanto, una panacea. No es el antídoto. Es, apenas, uno de los instrumentos que deben ser incluidos dentro de un nuevo modelo de sistema electoral y de gobierno.
La democracia es seductora y divertida, mientras que la gobernabilidad es insípida y aburrida.
Sin lugar a dudas —avalada por el jefe de Gobierno—, facilita la tiranía.
Entrevista a Luis Carlos Ugalde / Analista y director de Integralia
Entrevista con Luis Carlos Ugalde, director de la consultoría Integralia.
Entrevista Ernesto Ruffo Appel/Senador del PAN por Baja California
Entrevista con Daniel Barceló Rojas/Investigador del IIJ de la UNAM
Entre la razones que Beltrones Rivera ha considerado para formular su propuesta, ubica una disminución evidente de la gobernabilidad.
En sus palabras subyace una seria advertencia: si el candidato ganador en 2018 y las fuerzas políticas en contienda no toman la decisión de formar un gobierno de coalición, lo que veremos en México es un país tomado por el levantamiento social y la subversión armada.
“Si en 2018 ningún candidato obtiene al menos el 42% de los votos, el ganador estaría obligado a formar un gobierno de coalición, propone Manlio Fabio Beltrones.
