Vísteme despacio, que voy de prisa
Se mantiene una cohesión solidaria en torno del presidente López Obrador, aun cuando se ha polarizado la sociedad tratando de dividirla entre héroes y villanos.
Se mantiene una cohesión solidaria en torno del presidente López Obrador, aun cuando se ha polarizado la sociedad tratando de dividirla entre héroes y villanos.
No se trata de la defensa del gobierno de Nicolás Maduro, sino de los principios que nos han dado respeto y consideración como nación soberana en el campo de la diplomacia internacional.
En un país donde la pobreza se ensancha y la riqueza se concentra, no se pueden desperdiciar de ésta forma los recursos que ya se invirtieron.
Solo con unidad y respeto a los principios constitucionales podemos enfrentarlo.
La Cámara de Diputados tiene la facultad de cambiar estos parámetros, sin embargo, se encuentra sumisa frente al gran poder del Ejecutivo.
Sus mayores vergüenzas son la aprobación de la Ley Taibo y el absurdo aplauso a la guapísima hija del presidente Trump que tanto nos ha ofendido.
La sencillez y la austeridad con que se conduce el primer mandatario sin duda son gratas a la sociedad; lo que no debe hacer es polarizar y enfrentar.
Se militarizará el país con la Guardia Nacional que, además, será auxiliar del ministerio público.
Nadie duda de la legitimidad de López Obrador, de su poder enorme en la nueva Legislatura y de su terca decisión de hacer las cosas como él cree que están bien hechas.
Qué bueno que se detenga el poder fáctico de las instituciones privadas.
Para México, nuestra relación bilateral tiene tres temas fundamentales: migración, seguridad y comercio.
Cuando formalmente inicie el próximo gobierno y decida cancelar el proyecto, enfrentará juicios de garantías y de responsabilidades.
Es un derecho soberano del Estado mexicano fijar las normas de inmigración y, desde luego, estas no pueden ser violentadas.
Debe haber al menos un referente teórico y jurídico que nos permita avizorar hacia dónde vamos.
La consulta popular está regulada en el artículo 35 constitucional y solo podrá realizarse cada tres años, organizada por el Instituto Nacional Electoral.
Los miles de muertos y desaparecidos no tienen razón de ser ni justificación alguna, si es que el homicidio puede tener justificación.
Sorprende que el nuevo gobierno anuncie que los impuestos no subirán, que habrá despidos masivos y que no se le cambia una coma a la política del comercio internacional.
La democracia representativa todavía no cobra carta de naturalización a plenitud en México.
El tema esencial es desentrañar quién o quiénes pretenden alterar el orden nacional, en este momento crítico de transición política.
Los que se van, con un dejo de nostalgia y, los que llegan, con un paso victorioso “hacia no sabemos dónde”.