Trump y la prensa
La prensa estadounidense ya tiró a un presidente. Pero Nixon no era producto del marketing, era producto de las triquiñuelas con las que se maneja el poder político en el vecino país del Norte. Con Trump es diferente.
La prensa estadounidense ya tiró a un presidente. Pero Nixon no era producto del marketing, era producto de las triquiñuelas con las que se maneja el poder político en el vecino país del Norte. Con Trump es diferente.
“Celebró que en el México actual se debatan libremente las ideas y opiniones, y se cuestione a los gobernantes”, señaló el Ejecutivo Federal.
Se constató el respaldo del Estado para la propulsión del macro modelo empresarial.
Se despreció con soberbia que la radio comunitaria es capaz de reconstruir el tejido social.
La imagen y la popularidad presidencial están en su peor momento.
No se transformó nada de fondo, sino que se conservó más de lo mismo pero disfrazado.
Es cada vez más fácil engañar a la ciudadanía con noticias falsas.
Esta guerra desatada por el mandatario deja entrever no solo una actitud hostil contra los periodistas sino una estrategia mediática enfocada en eliminar opositores a su régimen
“Para que sea una democracia completa se necesita una prensa libre”.
Jared Kushner es la esperanza para que sea él quien le baje esa intensidad que trae, que lo haga callar un poquito.
La polémica resurgió con la tragedia de Monterrey: se debe o no difundir contenido relacionado con la violencia cotidiana.
Imprescindible que la sociedad realice, acciones correctivas en el terreno político, jurídico, democrático, de derechos humanos y cultural.
La audiencia en TV Azteca no solo no ha disminuido, al contrario, se ha incrementado.
Profundo retroceso de los avances comunicativos y culturales que medianamente ya se habían logrado establecer.
Una decisión tan trascendental para la sociedad mexicana debió enriquecerse mediante la realización de audiencias públicas.