La guerra sucia que nos divide
De eso se tratan las campañas, de que a nosotros se nos caliente la cabeza, que dejemos que nuestras opiniones políticas nos dividan.
De eso se tratan las campañas, de que a nosotros se nos caliente la cabeza, que dejemos que nuestras opiniones políticas nos dividan.
Los conversos encontrarán argumentos para justificarse, finalmente no es un asunto de la divinidad sino del poder.
Como sea, al arranque de los 90 días finales de la campaña, digan lo que digan, no hay nada.
Las escritas y las otras.
Veamos los sismos del pasado fin de semana como recordatorio de lo que realmente importa.
Personajes señalados por actos de corrupción ahora aparecen como grandes protagonistas en busca de importantes posiciones.
Campea el pragmatismo, se olvidan los principios ideológicos, con tal de ganar la Presidencia de la República.
Logramos tres mazacotes de champurrado político, materialmente sin documentos ideológicos.
El interés de tener y prohibir los denominados “actos anticipados de campaña” ha producido exactamente el efecto contrario.
El INE no ha sido capaz de explicarnos qué pueden hacer, o no, los candidatos a diversos cargos de elección popular, durante esta etapa.
“Uno encuentra un doble discurso, sobre todo cuando su gobierno propició la agudización de muchos problemas”: Rocío Arroyo. “Llevó el país a un proceso de globalización e impulsó las políticas causantes de muchos problemas en el país”: Arturo Huerta.
A los ciudadanos les interesa saber qué efecto tendrán las propuestas de los candidatos en su entorno familiar o laboral.
Renovarse o desaparecer es la encrucijada de los institutos políticos en México.
Los electores mexicanos no son tontos, los únicos engañados serán los candidatos o sus partidos.
El Poder Electoral, en una república democrática y federal, debe estar en el ámbito del poder federal.
Sus propuestas solo son lugares comunes, que a nadie importan.
Lo que está en juego no es menor. Es el futuro de los hijos de nuestros hijos. No podemos, no debemos equivocarnos.
José Woldenberg
Millones de spots en radio y televisión solo hacen que se caiga en un torbellino de ruido, que muy difícilmente puede configurar un espacio de propuestas.
Una nueva mayoría política no puede sostenerse sólo con la rabia y la indignación. Pero por ahí se empieza.