El costo de la impunidad
Todo el país y su destino a cambio de permanecer impune. Ese parece haber sido el mensaje que dejó el arrollador triunfo de López Obrador.
Todo el país y su destino a cambio de permanecer impune. Ese parece haber sido el mensaje que dejó el arrollador triunfo de López Obrador.
Ha pintado un horizonte con profundas expectativas. Poner fin a un sistema es mucho más que una alternancia.
Llama la atención que un ejercicio de reflexión que hace Krauze haya sacado de sus casillas a López Obrador.
¿No que los mexicanos estamos hartos de los políticos corruptos? El electorado tendrá que decidir entre la ignorancia de López Obrador y la capacidad de Meade.
López Obrador, de ganar, va a tener que enjuiciar a Peña Nieto. Las bases sociales de Morena van a exigir a toda costa la purga del régimen.
López Obrador ha tratado de crear la percepción de que fue injustamente inculpada y de que ahora es una perseguida política. El caso de Nestora no está cerrado. Hay varios expedientes abiertos en su contra por secuestro, violación y tortura.
Si López Obrador y sus fanáticos seguidores están tan seguros de que su salud está al cien por ciento, ¿por qué se oponen a hacer público su expediente médico? ¿Qué ocurriría si Anaya es culpable de lavar dinero, gana las elecciones y días después tiene que ser aprehendido?
Si la renuncia es parte de un movimiento de ajedrez esa medida será insuficiente si no es acompañada de decisiones contundentes.
Quienes hablan de López Obrador como si ya fuera presidente y piensan, a la vieja usanza mexicana, que van a poder entenderse con él, se equivocan. Se está concediendo a un tirano el beneficio de la duda, cuando de lo que menos duda tiene el tirano es de ejercer despóticamente el poder.
¿Para qué o por qué Meade tendría que rendirse ante un Victoriano Huerta? ¿A quién le serviría esa declinación? No se engañen los asesores presidenciales: Anaya sería un verdugo implacable.
Quienes se erigen como conciencia electoral están por lograr que a México no le quede entre un dictador, como López Obrador, y un hombre de muy pocas lealtades, como Anaya. Meade carga con el desprestigio del PRI y los fracasos de este sexenio y no le favorece aparecer como la continuidad de lo que la gente rechaza.
A la exdelegada de Tlalpan le da risa la tragedia humana. Una guerra que ha provocado miles de muertos, innumerables víctimas directas e indirectas del delito. Claudia Sheinbaum y Alejandra Barrales, son meras representantes de dos mafias que se disputan el botín político y financiero más importante de la nación: la capital del país.
Decidió convertirse en candidato independiente falsificando un alto porcentaje de las firmas requeridas. Premiar a un bribón quebró la columna más importante de la credibilidad democrática.
La izquierda, como gobierno, ha sido un fracaso. Los millones de pesos que ha desviado para alimentar a sus clientelas políticas ya tiene víctimas. Los hábiles propagandistas de izquierda nos hicieron creer que el crimen organizado solo estaba en los estados y no en la capital federal.
El candidato presidencial de Morena es un personaje sumergido en contradicciones, mentiras y verdades a medias. En el tema del aeropuerto lo que le importa es crear incertidumbre y desconfianza para dañar el proyecto más importante del sexenio.
El verdadero riesgo para el país y su estabilidad democrática está en la creciente influencia de los cárteles. López Obrador, para tenerlo de su lado, ofreció amnistiarlo, sin importarle con ello dañar la legalidad.
Lo que deja ver Taibo II es la inconformidad que existe dentro de Morena por el tipo de “personajes basura” que ha venido recogiendo López Obrador. Puso una pistola en la sien de los mexicanos. Lo que dijo fue simple: si no reconocen mi triunfo, aviento el tigre para que desgarre el país.
Anaya no merece ser presidente de México. No hay una sola razón para que lo sea; ni profesional y menos éticamente. La única forma de sacarlo es demostrando que se trata de un psicópata dedicado al hurto y al engaño.
Resulta incomprensible la indolencia tanto del gobierno federal como del local ante una crisis que se veía venir. ¿Al servicio de quién está la autonomía? ¿Al servicio de la libertad académica, de la investigación científica o de los narcotraficantes?
Su verdadera intención: ir construyendo un ambiente favorable para sustituir la Constitución de 1917. ¿Es el señor López Obrador quien nos va a dictar desde su púlpito arrogante y autoritario lo bueno y lo malo de todas las cosas?