Cien días sin pena ni gloria
Ha reconocido que no imaginaba lo difícil que era gobernar.
Ha reconocido que no imaginaba lo difícil que era gobernar.
La raíz del mal, según esta romántica postura, se halla en el pobre individuo que, para librarse de una autoridad corrupta, la soborna para salir del aprieto.
Cada administración apuesta a que se olvidarán sus corruptelas, los que vienen después serán, sin lugar a duda, más rateros que los anteriores.
En todos lados se expresa el desencanto porque no fue la panacea ni la medicina que cura todos los males nacionales.
“Nuestra propuesta”, dice Mario Di Costanzo, “podría alcanzar incluso un consenso total de la Cámara porque satisfacemos la parte del PAN, del PRD y la nuestra, la fiscalización de los recursos, la revisión de la deuda, qué parte satisface por parte del PRI la aportación de recursos para reestructurar los adeudos.
Entrevista a Marcela Astudillo/Investigadora del IIE de la UNAM