Macron sube el salario mínimo y baja impuestos para calmar a los ‘chalecos amarillos’
Decreta un “estado de emergencia económico y social”.
Decreta un “estado de emergencia económico y social”.
La tercera jornada de protesta del movimiento de los “chalecos amarillos” culminó el sábado 1 de diciembre con la ocupación del Arco del Triunfo.
El mandatario francés calificó a Russia Today y Sputnik como “órganos de influencia” del régimen ruso que divulgan “propaganda mentirosa”; Moscú desmintió la acusación.
El partido Los Republicanos se ubicó como la segunda fuerza al lograr 130 diputados. Por su parte, Marine Le Pen logró por fin ser diputada.
Mientras tanto, la Vieja Europa respiró tranquila, la extrema derecha (FN) no logró el poder en el Elíseo, lo que no quiere decir que desista de hacerlo en fecha posterior.
La democracia, como siempre, no acaba de asentarse en la casa de De Gaulle porque los intereses internacionales no lo permiten.
En abierto desafío al Brexit, Macron aseguró que defenderá a Francia y Europa y se comprometió a combatir las “divisiones” en su país.
Como quiera que sea y quien quiera que triunfe en ese nuevo escenario electoral, nacionalismo y globalización vistos como dos directrices dicotómicas en el contexto planetario actual, en realidad representan dos caras de una misma moneda: la del disminuido capitalismo.
Tras el debate sostenido con su rival, Macron, acusó a la líder del Frente Nacional de propalar “fake news” o noticias falsas.
El futuro del pensamiento liberal será definido en la cuna de los derechos humanos.
Es probable que de aquí a dos semanas la unión de las demás fuerzas impida una vez más la llegada al Elíseo de quien basa sus propuestas en la xenofobia y el antieuropeismo.
Los perdedores siempre serán una mayoría que supera la del triunfador.
Aunque para la segunda y última ronda de votación las casas especializadas pregonan que Macron será el triunfador, las apuestas no están cargadas.
Las encuestas y sondeos de opinión ya no son indicadores confiables.
En este contexto, resulta lógico que la comunidad internacional estuviera pendiente del desarrollo de unas elecciones galas que no solo mostraban una importancia nacional, sino continental y hasta mundial.
Estas elecciones han sido una prueba total de que el pueblo francés ya está cansado de los partidos tradicionales.
Le separan décimas de Le Pen en primera vuelta, pero en la segunda los sondeos le dan un margen de más de 30 puntos
Marine Le Pen, del partido Frente Nacional tiene un cercano 21%, pero sólo suficiente para pelear por una segunda vuelta que se realizaría el próximo 7 de mayo.
Los indecisos pueden inclinar la balanza, pero el abstencionismo también puede ser la diferencia. Los ojos del mundo estarán puestos en Francia, donde se puede iniciar otra “revolución”.
Todavía faltan algunas semanas para la elección francesa y por supuesto la guerra propagandística va a arreciar.