La caja de Pandora
Los esfuerzos para regularla siempre se han quedado cortos, les ha faltado músculo para contener sus impulsos y razones para evitar su materialización y consecuencias.
Los esfuerzos para regularla siempre se han quedado cortos, les ha faltado músculo para contener sus impulsos y razones para evitar su materialización y consecuencias.
Después del rechazo inicial por la guerra, la opinión pública mundial parece estarse acostumbrando a ella y a la “nueva normalidad” que ha traido a las relaciones internacionales. Esto es motivo de preocupación.
La mutación de la diplomacia se vincula con la velocidad de las comunicaciones y el incremento del número y calidad de los actores estatales, locales y de la sociedad civil que participan en las relaciones internacionales.
En este discurso hay una presunción básica, que posiciona a los movimientos pacifistas y sus dirigentes del lado bueno de la historia, en el espacio reservado para quienes reconocen en la virtud y el humanismo.
Y hablando de educación, en un gesto que constituye un notable avance para la Iglesia Católica, exigió el esclarecimiento de abusos y crímenes contra menores cometidos en planteles escolares, y hacer justicia a las víctimas.
En esta dualidad, el balance siempre es positivo y señala caminos que urgen a ser transitados con optimismo y una visión constructiva del futuro.
En este afán de recordar y recapitular sobre eventos de alto impacto, el año 2021 será recordado como el segundo de la trágica pandemia de Covid-19, aún no superada y que ha visibilizado la vulnerabilidad de todos los pueblos.
En su concepción básica, la Guerra Fría presupone un estatus quo global estable y predecible, en el que la mayoría de las naciones emprenden acciones en temas que no afectan, en lo sustantivo, el orden mundial.
Este concepto de guerra fría se nutre de otros que también son parte del léxico del antiguo mundo bipolar. Además de las zonas de influencia, así sucede con la tesis del equilibrio del terror.
La complejidad creciente de la política mundial ha propiciado inéditas interpretaciones del poder, ya no necesariamente ligadas a sus componentes estratégicos, económicos y militares.
Jorge Bergoglio invitó a “soñar juntos” con un mundo mejor. Con realismo, dijo que los movimientos populares, a los que llama “poetas sociales”.
La experiencia acumulada por México en este renglón es valiosa y una de las más ricas del orbe. La diplomacia pública mexicana hace mancuerna con la política exterior, en su condición de palanca de apoyo al desarrollo nacional.
A manera de ejemplo, el sur global padece las consecuencias de una globalización inacabada, que no alcanza a derramar beneficios en todo el orbe.
Ante un escenario tan complejo, vienen a la mente diversas reflexiones sobre los perfiles y contenidos que pueden adoptar la paz y los pacifismos.
Sin proponérselo, en Tokio se recuperaron valores originarios de los juegos olímpicos de la era moderna, entre otros, que lo importante es la competencia en sí misma y no el triunfo.
Su objetivo es desarrollar acciones de colaboración para la vida sana de las nuevas generaciones y la protección a niños y jóvenes, a los que abre puertas para un futuro mejor.
En ese sentido, sus tareas tradicionales han sido la facilitación de las relaciones entre los propios estados y de estos con los actores no estatales que concurren en el escenario internacional.
El panorama descrito ilustra facetas dramáticas de estas dos primeras décadas del Siglo XXI, que en su intención primigenia aspiró a dejar atrás los horrores de la guerra y la pobreza.
De ahí la importancia de recordar las palabras de Martin Luther King, quien dijo que hemos aprendido a volar como pájaros y a nadar como peces, pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos, como hermanos.
Hace algunas décadas, la gente se entusiasmaba, y con razón, ante la magnitud de avances técnicos orientados a desarrollar vehículos para vuelos por el vecindario del sistema solar y para acercarnos a las estrellas.