La nueva diplomacia
En ese sentido, sus tareas tradicionales han sido la facilitación de las relaciones entre los propios estados y de estos con los actores no estatales que concurren en el escenario internacional.
En ese sentido, sus tareas tradicionales han sido la facilitación de las relaciones entre los propios estados y de estos con los actores no estatales que concurren en el escenario internacional.
El panorama descrito ilustra facetas dramáticas de estas dos primeras décadas del Siglo XXI, que en su intención primigenia aspiró a dejar atrás los horrores de la guerra y la pobreza.
De ahí la importancia de recordar las palabras de Martin Luther King, quien dijo que hemos aprendido a volar como pájaros y a nadar como peces, pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos, como hermanos.
Hace algunas décadas, la gente se entusiasmaba, y con razón, ante la magnitud de avances técnicos orientados a desarrollar vehículos para vuelos por el vecindario del sistema solar y para acercarnos a las estrellas.
La coyuntura registra tendencias vanguardistas de alcance universal. Por un lado, la gente valora a la democracia como instrumento efectivo de cambio social y porque proyecta sus aspiraciones de bienestar.
Tal y como ocurrió en el largo periodo de la Segunda Posguerra, todo parece girar alrededor de la doble presunción de que el Estado capitalista es perverso y no se lleva con la justicia.
En la búsqueda de la paz justa y duradera a la que tenemos derecho todos los pueblos, esa secularización descarta que se invoque a Dios para hacer la guerra.
La Administración entrante comienza labores en un contexto global marcado por la emergencia sanitaria y por desencuentros, algunos rancios y otros frescos, en el país y en diversas regiones del mundo.
Las lecciones aprendidas en el año 2020 han quedado registradas en la memoria histórica de la humanidad. Todos los conflictos, potenciales y reales, fueron relegados a una posición secundaria por la emergencia sanitaria.
El Coronavirus se ha posicionado en la cima de la agenda global y las acciones de pueblos y gobiernos están supeditadas a su control y eventual erradicación. No podría ser de otra manera.
De las nuevas amenazas, el terrorismo destaca por su violencia intrínseca. Así lo confirma el estado de conmoción global generado en 2001 por los atentados del 9/11 en Estados Unidos, cuya raíz puede encontrarse en el conflicto en Medio Oriente.
En este resbaladizo contexto, la amenaza de destrucción mutua asegurada que dominó el pensamiento estratégico del conflicto Este-Oeste, ha sido sustituida por la de guerras nucleares “limitadas”.
En tales condiciones, es muy complicado identificar las causas profundas que estimulan pobreza, hambre, desigualdad, enfermedades y migraciones en todo el orbe.
Su dimensión global ha estimulado el desarrollo de mecanismos inéditos de cooperación, que tienen particular expresión en el sistema multilateral; son mecanismos que sistematizan información y ofrecen cursos de acción con base en la ciencia y en las lecciones aprendidas en todo el orbe.
Estas consideraciones tienen estrechos vínculos con normas de Derecho Natural (jusnaturalismo) que postulan justicia, igualdad y libertad para todas las personas, por el solo hecho de ostentar esa condición.
En un mundo globalizado, que con frecuencia pasa por alto la historia, conmemorar el día en que se inició el movimiento insurgente en 1810, tiene especial connotación.
Al interior de la Iglesia Católica y con actitud proactiva, Bergoglio busca tender puentes que acerquen a liberales y conservadores, de tal suerte que respalden la propuesta de Paulo VI de edificar la civilización del amor.
No es extraño por ello que, en periodos de crisis como el actual, se retome la idea de que el paraíso terrenal es posible, aunque en los hechos su existencia se limite a un mero relato simbólico.
La apertura democrática y la economía de libre mercado que sucedieron al comunismo, tras el triunfo de la Revolución de 1989, son ahora las fortalezas del país.
La mutación de las relaciones internacionales es resultado de una globalización incompleta e injusta, que aunque invoca méritos, en los hechos profundiza asimetrías económicas, desatiende la agenda del desarrollo y no ofrece señales claras sobre la mejor manera de mantener la paz