Para evocar a Moreno Valle
La reunión del poder y el saber todavía no tiene rival en el destino nacional.
La reunión del poder y el saber todavía no tiene rival en el destino nacional.
Ingrediente fundamental e ineludible de las contiendas políticas en las democracias de hoy y del futuro.
Mi afición por observar, escuchar y analizar la política me ha hecho no perder detalle de los que he escuchado en el recinto o en mi casa.
En las democracias lo único permanente somos los ciudadanos.
Lo bueno, como dicen, es que Dios aprieta pero no ahorca.
La realidad es más rica, aunque más complicada y más dolorosa, que nuestras meras ilusiones.
Me pregunto si a nuestro pueblo, tan urgido de empleo, de seguridad, de justicia, de salud, de educación, de vivienda y de esperanza le interesan nuestras elecciones.
De nada nos servirían los deseos y los votos de todos nuestros congresistas sino la voluntad de los cien individuos dueños del capital nacional.
En la anterior tradición, la naturaleza sexenal se atenía a un canon inmutable: el presidente gobierna durante un sexenio. Ni un día antes ni un día después.
El presidente no se debe cuidar por miedo ni por presunción. Se debe cuidar por responsabilidad.
Ecuación por la que el gobernante descifra lo que es importante para su nación.
Venció con más votos que todos sus adversarios juntos y hoy es el primer presidente electo por la mayoría absoluta desde hace 24 años.
Adolfo de la Huerta y José López Portillo llegaron a padecer angustias financieras.
En la naturaleza política, por mencionar solo algunos ejemplos, no existe el vacío de poder, porque siempre hay quien manda, aunque sea desde el anonimato.
Nos anuncia la esperanza de que muchas de las virtudes políticas de los mexicanos aún son rescatables.
Dentro de la personalidad del científico y de la investidura del funcionario hubo un Jesús Kumate de mayor factura y excelencia.
Una elección no se gana en un debate pero en un debate puede perderse.
En nuestro país ser rico es, al mismo tiempo, ser poderoso, y cuando se es pobre se es, también, muy débil.
Una persona es insignificante cuando, siendo muy importante, la rodean personas que resultan más interesantes que él.
Frente a los ejercicios ciudadanos de la selección de gobernantes debemos precavernos. Algunos tienen defectos a la vista.